PANÓPTICO
En la llamada era tecnológica, nos percatamos de la razón que tenía Baudelaire cuando hablaba de la figura del ‘flaneaur’ que vaga por las calles sin rumbo, abierto a las vicisitudes y a las impresiones que afrontamos cada día, solo que, a día de hoy, la sociedad entera camina perdida en la digitalización.

El ser humano ha contraído una dependencia brutal con todo aparejo electrónico, que nos controla y vigila por igual. Y por si eso no bastara, en ocasiones, nos prestamos voluntariamente, nos sometemos y dejamos que los medios se adentren y graben nuestra intimidad, nuestra cotidianidad. Asimismo, resulta contradictorio que, por un lado, nos neguemos y quejemos a sentirnos vigilados y controlados; mientras que, por otro, se hace cola para acudir al casting del programa ‘Gran Hermano’.
Juanma Gil juega con el espectador y su percepción, de la misma manera que pone de manifiesto la tensión existente entre el miedo y la curiosidad del ser humano. El propio artista considera que: “más que espectadores los considero visitantes o, mejor aún, participantes como forma de espectadores emancipados. Me parece que es fundamental la percepción que obtiene el propio espectador o que se tiene de él. Desde mi punto de vista el dilema o el juego no está tanto entre lo oculto o desconocido como entre vigilar y ser vigilado”
Una puerta con una cerradura nos seduce mientras nos invita a mirar por ella ¿Qué hay al otro lado? Necesitamos mirar y desvelar el secreto, nuestra naturaleza nos lo exige, es un fenómeno intrínseco e inherente a las personas. En este caso en concreto, lo que pretende es despertar al público para que pueda tomar conciencia de la realidad que nos rodea y cómo nos afecta, tanto socialmente como individualmente. ¿Hasta qué punto llega a condicionarnos? Gil plantea una prueba, un reto, que da lugar a la experimentación, pero espera que sea el visitante quien llegue a sus propias conclusiones.
La instalación multimedia que presenta Juanma Gil es un juego en sí mismo, una ironía, pero sobre todo, es un homenaje a la obra “Vigilar y castigar” de Michel Foucault de 1975, en la que advierte que “la visibilidad es una trampa”. A través de esta óptica de vigilancia, el artista pretende provocar reacciones ante el espectador, bajo los mismos sistemas de control de poder y conocimiento que promulgaba el filósofo francés. Lo que nos lleva a cuestionarnos: ¿somos meros espectadores de nuestra vida? Observamos y nos observan, existe una tensión inherente, un juego que el ser humano es incapaz de erradicar de su naturaleza.
Cuando hablamos de “juego” hablamos de un concepto que engloba diversas acepciones, con un sentido muy amplio. Pero quizás de entre todas ellas, conviene destacar que proviene del latín “Iocus”: broma, chanza, gracia. Dicho esto, comprobaremos en primera persona cómo Juanma Gil muestra una realidad, una problemática latente a través de la ironía, la broma, que se origina e identificamos con nuestros propios ojos cuando éstos mismos nos persiguen y acompañan a lo largo de la exposición. Se revive, así, el concepto del filósofo Jeremy Bentham, que da título a la exposición y que permite al vigilante observar (-opticón) a todos (pan-) sin que éstos puedan saber si están siendo observados o no.
Irene Gras Cruz